La ciudad no existe: aproximaciones a la ciudad posible
11 febrero 2025
“A veces las ciudades diferentes se suceden sobre el mismo suelo y bajo el mismo nombre, nacen y mueren sin haberse conocido, incomunicables entre sí”. —Italo Calvino.
“Más aún que la casa, la ciudad es un instrumento de función metafísica, un instrumento intrincado que estructura la acción y el poder, la movilidad y el intercambio, las organizaciones sociales y las estructuras culturales, la identidad y la memoria”. —Juhani Pallasmaa.
“No hallarás otra tierra ni otro mar. La ciudad irá en ti siempre”. —Constantino Cavafis.
1: La ciudad irá tras de ti
Cada ciudad guarda en sus páginas de papel vegetal los vestigios de sus anotaciones: su transparencia deja entrever los claroscuros de nuestro trazo vital. Entre sus líneas —a las que le hemos dibujado encima—, podemos notar el movimiento ondular de su vaivén, ese fluir sin descanso hasta la extenuación o la felicidad.
Pensar las ciudades es pensarnos a nosotros mismos, transitar los recovecos de nuestras manos con el sueño de habitar, de dejar testimonio, de hacer ciudad con el hecho de hacer sentido. ¿Qué es una ciudad sino el complejo amasijo de relaciones, yuxtaposiciones y tránsitos en el devenir de los días? ¿Acaso, los edificios que contiene, las carreteras y parques, los postes de luz y los camiones de basura? No existe eso que llamamos ciudad fuera de nosotros.
Ya Cavafis lo dejó claro cuando en su poema nos dijo “la ciudad irá tras de ti”. Tú eres la ciudad. No esperes que se construya a sí misma por medio de legislaciones, proyectos de ley, o gobiernos. Olvídate de creer que mereces una mejor ciudad si no has levantado, apenas, un dedo para hacerla posible.
2: Las ciudades múltiples
Te darás cuenta de que así como el río, ninguna ciudad es la misma ciudad. El eco de nuestra memoria lo sugiere constantemente. Si miramos nuestro pasado, tendremos bien claro de que esa ciudad que atesoramos, que guardamos con recelo como una fotografía, que vinculamos con nuestros principios esenciales, personas y lugares, no es más que un tiempo y un espacio en las coordenadas que habitan nuestra alma. Allí vinculamos todo aquello que define nuestra identidad en la cartografía emocional. Una ciudad condensa demasiado: entre sus calles existen múltiples ciudades que coexisten simultáneamente, mutando, desarrollándose como una sinfonía caótica y retorcida.
3: La ciudad ideal
Lo ideal es hacer ciudad. Hacer ciudad es habitar, transitar, apropiarnos del espacio como un ejercicio político. Habitar es correr el riesgo de fundirnos con el paisaje, pelearnos con él, darle sentido, volviéndolo una extensión nuestra. Es salir de casa y hacer ciudad con nuestros cuerpos.
4: Una ciudad es un espejo
Toda ciudad se vuelve un espejo que evidencia nuestra naturaleza esencial. Hacer ciudad implica entender que, más allá del espacio, está el sentido de pertenencia que podamos desarrollar, responder al cómo nos vinculamos con el entorno y de qué manera establecemos relaciones. ¿Cómo luce la ciudad ideal? En mi ciudad ideal hay espacio para la pausa, el ocio y el caminar. Hay lugar para la fiesta, pero también para la calma. Hacer ciudad es entender que la ciudad ideal es posible, en tanto me quede claro que yo soy la ciudad.
Lecturas recomendadas:
1. Calvino, I. (2019). Las ciudades invisibles. Ediciones Carro de Heno. Traducción de Aurora Bernárdez.
2. Cavafis, C. (2021). Poesía completa. Editorial Visor de Poesía.
3. Pallasmaa, J. (2016). Habitar. Editorial Gustavo Gili.
Nota:
Este texto ha sido publicado en la edición No. 6 de junio del 2024 de la revista “Reservas, Arte y Cultura”, del Centro Cultural Banreservas. En este número, por un error de los editores, el texto sale con el nombre incorrecto y duplicando la última parte, que espero, puedan ustedes leer aquí. Aunque posiblemente se publique nuevamente como fe de errata, aquí les comparto el texto íntegro que ha debido salir.