El valor de una obra de arte no es subjetivo. Valor, como sinónimo de importancia y representación, implica una convención social en la que los diferentes agentes que ejercen sus influjos, convergen en su legitimación. La relación entre individuo, artista, arte y sociedad, sugiere la posibilidad de que la obra se entienda a partir de su valor cultural. Ningún artista le concede un valor definitivo a su propia obra, sino más bien, su valor está definido por el contexto, el público y el mercado. En ese sentido, la subjetividad en la valoración de la obra de arte, responderá de manera condicionada a las dinámicas y razones que una colectividad propone a partir de sus propios valores estéticos y por supuesto, los de su tiempo. Y cuando digo “colectividad”, no hablo exclusivamente de las masas, sino también de aquellos agentes que definen el valor a partir de su poder simbólico o representativo. Por ejemplo, en la actualidad, la figura del crítico de arte le concede a la obra otra dimensión, por lo que su figura constituye un punto referencial. Obviamente, esta concepción de “valor”, parte del materialismo que entiende el arte más allá de su función espiritual para con el sujeto, si no como un producto: su valor dependerá de su función social y utilitario.


El escritor alemán Walter Benjamin (Berlín, 1892-1940), describió de manera brillante el cambio de paradigma en el momento justo en que las vanguardias europeas y su militancia política, hacían uso de la fotografía y el cine como herramientas de manipulación y persuasión. Para Benjamin, el paradigma clásico de la obra de arte en la modernidad responde a la originalidad y singularidad como los criterios dominantes, en tanto a su relación intrínseca a su “aura” (concepto fundamental para entender su filosofía). El su libro “La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica”, nos explica que el aura es “el aquí y ahora”, la “manifestación irrepetible de una lejanía”. Lo irrepetible se vuelve sinónimo de autenticidad: no se puede copiar la autenticidad de una obra, por lo que entonces tampoco podemos copiar su aura. Esta concepción desarrollada a partir de su misticismo judío, propone la idea de que el arte adquiere valor ritual. 


Benjamin trabajando en una librería parisina.


A lo largo de la historia, la obra de arte ha sido pensada de diversas maneras. La concepción clásica parte de la metafísica de Platón para explicar la relación de la obra con lo divino, vinculándola a la religiosidad y al misticismo. El artista era una especie de traductor de la divinidad en la imitación de la realidad, por lo que la autoría de las obras era irrelevante. Según María Cristina Ares, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA): 


“…al secularizarse el elemento cultural de la obra de arte clásica en el paradigma tradicional, las obras comienzan a firmarse: va de la mano del genio creador. En ese sentido, se generan diversas teorías de la creatividad y se comienza a distinguir el arte de artesanía. El genio no produce, sino que crea: en ese sentido, si dios nos ha creado a su imagen y semejanza, entonces ha puesto algún talento innato en nosotros”.


La concepción clásica de creación artística es “ex nihilo”, es decir, a partir de la nada; en cambio, la producción que parte del materialismo histórico no lo es. Las filosofías idealistas suelen trabajar con la idea de creación, en el otro sentido, las teorías marxistas trabajan con la idea de producción porque se alejan de cualquier herencia religiosa en la creación de obra de arte. Por eso, en las vanguardias se alentaba a que cualquiera puede ser artista. Benjamin identificó lúcidamente que el elemento que caracteriza a la obra de arte en el paradigma clásico es su aura y su función cultual. En ese sentido, la relación de la obra de arte con el espectador respondía a lo ritual y por consiguiente, a su función exhibitiva: a mayor ocasión de exhibición, mayor valor de culto. Cuanto más se muestra una obra, menor valor de culto. Un ejemplo es que vamos al museo a ver la obra “original” (incluso teniendo la reproducción en nuestros hogares) y pagamos por un concierto en vivo de un músico pudiendo escuchar la reproducción en un ordenador. Ambas relaciones con la obra de arte y el valor que le concedemos se verá condicionada por el acceso que tengamos a ella.  


Su gran aporte es que nos dice que dejemos de pensar las obras de estos nuevos lenguajes del arte, de evaluarlos y valorarlos con el paradigma clásico. En el nuevo paradigma de Benjamin a partir de su análisis del cine y la fotografía, propone que estos nuevos lenguajes del arte carecen de aura o más bien, tienen “atrofiada el aura”. En la era de los avances, los avances tecnológicos que traen consigo otras maneras de entender el arte, la reproductibilidad se convierte en un factor determinante en nuestra relación con él. La recepción con la obra es masiva y esto deviene en un problema político en la que se disuelve la figura del experto y el espectador pasa a sustituir al artista. 


Aunque la lectura de este libro se presta para ambigüedades, a partir de Benjamin podríamos decir, que si se establece el valor de la obra de arte, tomando su originalidad y aura como algo irrepetible y auténtico, todo lo que no responda a ello pierde valor. Entonces, bien, pudiéramos plantearnos que la originalidad es una condición sine qua non de la obra de arte y que, como la copia no tiene valor en la era de la reproductibilidad técnica, por consiguiente, el plagio no importa mucho. Benjamin nos muestra tanto lo positivo como lo negativo de esta nueva relación con el cine y la fotografía, vaticinando su potencial emancipador de masas como de herramientas políticas de control: la estetización de la política.


—Claudio Mena. 25/11/2023


[Versión en PDF]


Este texto ha sido escrito a partir de una asignación de la clase de “Estéticas contemporáneas y nuevos lenguajes de arte”, impartida por el profesor Fidel Munnigh en el marco de la Maestría en Artes Visuales, Promoción 2023-2025 de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). 


Walter Wenjamin, 1928.

Referencias de interés:


Libro:

Benjamin, W. (2021). La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica y otros ensayos sobre arte, técnica y masas. Alianza Editorial. (Obra original publicada en 1935)


Crédito de las imágenes:

Walter Benjamin’s Berlin. (s.f.). Slow Travel Berlin. https://www.slowtravelberlin.com/walter-benjamins-berlin/

Walter Benjamin: A Critical Life. (s.f.). Slow Travel Berlin. https://www.slowtravelberlin.com/walter-benjamin-a-critical-life/?utm_source=site&utm_medium=internal&utm_campaign=suggestions


Videos:

María Cristina Ares. (2021, 19 de mayo). Clase 22 - 1/3 - W. Benjamin. La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=bcexBoERIJQ

María Cristina Ares. (2021, 19 de mayo). Clase 22 - 2/3 - Walter Benjamin. La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=Dc5mur8leKo

María Cristina Ares. (2021, 19 de mayo). Clase 22 - 3/3 - Walter Benjamin. La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=uDbFSkZ5eSU

Danisa Alesandroni. (2022, 26 de junio). Benjamin - La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=xvWUBEtxZY4

Sebastián González - Cine, Arte y Cultura. (2022, 21 de agosto). Walter Benjamin - La obra de arte y su aura [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=MjNoHU1dPD4