Y ya que hablamos de eso... ¡Es que no me lo vas a creer mano!... ¿Tú sabes lo que es eso? Bueno... te cuento para que tengas una idea. Lo primero es que la invito a casa de mi vieja a pasar el rato, tú sabes, un coro sano. No hay mente con ella, no hay ningún interés salvo el de la literatura. Que sí viejito, créeme, con ella no hay más de ahí. ¡Tú me conoces! Tú sabes que si tuviera el interés de meterle mano te lo diría a la franca. Bueno nada, ese no es el punto, así que atiende y no me cambies el tema. El punto es que le tiro para que baje a donde la doña a compartir, a hablar de literatura, hablar plepla, a beber un cafecito, etcétera, etcétera. Antes de subir a la azotea, nos quedamos en la escalera viendo un chin del barrio, del tigueraje, de la gente, tú sabes, esto es San Carlos, por lo que si tú eres de aquí le llegas a los códigos. Hay que ser del barrio para conocer lo que pasa en el barrio, para "llevársela" como le decimos. Así nos pasamos buen rato hablando de las tantas cosas locas que pasan en el día a día.

El asunto es que le confieso que tengo un interés particular en escribir de las cosas que pasan en el barrio, hay tantas cosas qué contar, tantas ocurrencias en lo cotidiano que no hay que inventarse nada para escribir vainas interesantísimas. La realidad te da tantas cosas que la ciencia ficción termina pareciendo aburrida en comparación. ¿Y tú quieres más ciencia ficción que hablar de lo que pasa en el barrio? ¡Es que no puedo explicarte mano! Es que tengo que hacerte el cuento pa' que me entiendas bien, aunque no me lo vas a creer...

Le digo que hace rato que estoy loco por escribir las vainas extrañas del barrio, las ocurrencias de los vecinos y sobre todo, de las cosas que llegan por sí solas a la casa de la doña. Tú sabes que mi abuela es una personaje, que "no coge esa". Tiene más mundo que Star Wars, se conoce los códigos mejor que un programador. Bueno, tú haz visto. Hay cosas que ella sabe que ni tú ni yo sabemos: es como un conocimiento que subyace ahí, en el mismo sitio que pensamos y habitamos, pero que sólo ella le llega. Bueno, ella y las demás abuelas de barrio, porque me imagino que todas las abuelas tienen un tigueraje en sí, un conocimiento nacido de la experiencia y estar vivas (o serlo), de coger lucha, de sudar trabajo, y más las abuelas que andan con las antenas siempre buscando señal.

El asunto pa que no te me aburras, es que le digo a mi amiga que quiero escribir la historia de Miguel, que es el tipo que viene a venderle objetos a la doña y siempre trae unas vainas loquísimas. Según mi abuela, es posible que un día nos traiga consigo un policía.

Le digo a mi amiga que hay un tipo que se llama Miguel y que trae objetos para venderle a mi abuela, una serie de vainas totalmente absurdas que a nadie con dos dedos de frente se le ocurriría vender o comprar. ¡Pero es que hay que estar loco o endrogao pa vender lo que vende esa perla de gente! Oye esta vaina mano. Lo último que trajo ese azaroso fue un abejón de barbería. ¿Tú sabes lo que es esa vaina? Lo que más risa me da, es que lo trajo con todo y pelos... casi parecía que acababa de usarse para hacer algún cerquillo. ¡Tú sabes lo que es esa vaina viejo! ¡Un maldito abejón usao! ¡No me jodas tú!... Pero cálmate, que todavía esto sigue. No me hagas eso mano, deja de reírte, que me va a salir una hernia y no te podré terminar de contar.

Además de traer el abejón, ¿tú sabes que trajo ese charlatanazo? ¡Una carne de pollo sazonada! ¡¿Tú sabes lo que es eso?! Yo casi me cago de la risa... Te digo, que esto de vivir en la isla es rayar en el surrealismo tropical. Cuando mi abuela vio eso, abrió esa boca y le faltaron dientes para reírse (literalmente). Pero cálmate viejo, que todavía queda cuento. Deja de reírte de pol dió... Mi abuela primero le dijo que no, pero cuando estaba en la puerta le voceó: ¡Migueeeeel! E má, tráeme la vaina esa. A mí casi me da un derrame cuando escuché a la vieja. Pero vieja, le dije, ¿uté se ta' volviendo loca? Cállate mijo, que aunque sea pa' darle a la perra me sirve. Bueno qué te digo. Le compró la famosa carne sazonada a Miguel.

Entonces volviendo al cuento, te decía que estábamos en la escalera y que le explicaba a mi amiga que hay tantas vainas de las que se puede escribir del barrio y le hago el cuento de Miguel, que escribir ciencia ficción me lo encuentro lo más aburrido del mundo. ¿Tú quieres una vaina más de ciencia ficción que eso? Entonces, le digo que quiero escribir un cuento hablando de eso, que me pareció la vaina más funny del mundo. Ella me dice que ese cuento está genial, que hasta ella quiere escribir un cuento así. En ese momento no creí lo que estaba a punto de pasar.

Par de días después, oye bien, par de días después, entro en feisbu y encuentro que mi amiga escribió un cuento "inspirado" en ese cuento que le conté, que por cierto, no es ningún cuento, es una vaina que pasó pin pun, sin más ni menos, ¿o tú no me acabas de escuchar? Todo pasó de verdad y ella, oye esto, ella escribió el mismo cuento y lo que hizo fue cambiarle el nombre a mi abuela y a Miguel y ponerle un chin de palabras propias. ¿Tú sabes lo que es esa vaina? No me lo podía creer. ¡Como si cambiarle el nombre a los personajes iba a hacer del cuento otra cosa! y para colmo, me etiquetó en la publicación esa malvada...

¿Que cómo me lo tomé? Cómo me lo voy a tomar, qué te digo, imagínate, qué se va a hacer. La quiero demasiado pero coño mano, ¿tú sabes lo que es eso? Y pa colmo me lo dice con un orgullo como si realmente fuera un homenaje a mi abuela y no que se está aprovechando de ese conocimiento que solamente se hace posible a través de la experiencia, de ese "algo" que nos pasa a nosotros. No sé mano, eso de tomar las ideas así ta' fuerte. Los escritores somos criaturas especiales pero carajo... no se nos puede decir nada, absolutamente nada sin que queramos hacerlo literatura. Pero hay vida más allá de la literatura. Después de ahí somos gente normal. De repente tiene uno que cuidarse hasta de lo que le contamos porque si no, rompemos esa barrera entre la realidad y la ficción y no sabemos qué es una cosa u otra. Ya hasta miedo tengo de decir cualquier cosa, no vaya a ser que se convierta en un poema o un cuento y encuentre alguno de mis personajes en la calle o ellos me encuentren a mí.

¿Tú sabes lo que es eso? Yo haciendo tremendo "cocote" con hacer un mega cuento de ese evento porque creo que ahí hay algo del barrio que se puede contar, pero ahora como que ya no me dan ganas porque imagínate, se me adelantó y ya como que no baja escribirlo... También está eso de que uno quiere de alguna manera mantener algo de intimidad en cuanto a la familia o la vida real, quizá no decir exactamente todo lo que uno vive, pero nada. No sé Alex... incluso hasta me pareció que tampoco era un una gran idea de la cual escribir...

–¿Tú sabes lo que tienes que hacer poeta?
–Dime a ver.
–Mira, lo que tienes que hacer es un cuento en el que digas que le dijiste a ella sobre ese cuento que querías escribir y que digas que te robó la idea del cuento.
–No ombe mano, tú sabes que después se mal interpreta la intención. ¿Y no se va a ver feo eso? La gente después cree que hay una mala onda o vaina... no sé. No me convence mucho eso. Tampoco quiero que se me sienta mal...
–Oye, oye, déjate de esa vaina. Eso no es nada, así que dale. Por eso es que te decía de no compartir tus ideas hasta que las hagas, por eso mismo que me pasó con fulanito de que le conté la idea de las fotos y puff, unos cuantos meses después tenía la idea casi montada.
–Coño sí mano... no me vuelve a pasar. ¿Pero tú sabes qué? ¡Ya yo sé lo que voy a hacer!
–¿Ajá? Cuéntame.
–Atiende: voy a escribir un cuento, que hable de esa vez que le conté ese cuento y que luego ella me tomó la idea del cuento y nosotros en la misma azotea donde había invitado a mi amiga, nos juntamos tú y yo y te conté lo que pasó con ese cuento de Miguel, y de cómo me dijiste que contara un cuento hablando de lo que pasó y hasta a ti te metí en el cuento.